Es importante destacar que respecto a los abusos sexuales en la infancia hay una serie de mitos, como son:
- Los abusos sexuales a los niños son muy infrecuentes.
- Sólo son sufridos por las niñas.
- El agresor es una persona con graves patologías.
- Los abusadores son casi siempre desconocidos.
- Los efectos tras el abuso no revisten grave importancia.
- Los menores que se traumatizan por ello quedan marcados de por vida y siempre presentarán alteraciones psíquicas.
- No es obligatorio denunciar si se tiene conocimiento o sospecha.
- Algunos profesionales consideran que denunciar perjudica la relación terapéutica.
- Los abusos siempre conllevan violencia física.
- Si los abusos sucedieran en el entorno, los adultos se darían cuenta.
- Sólo se producen en estratos sociales desfavorecidos
- Los niños mienten
- Le ocurre a menores que lo van buscando
- Es mejor no hablar de estos temas para no dar ideas y que aumente su frecuencia.
Todos estos mitos perjudican seriamente las oportunidades de los menores a ser protegidos y que cese la situación de abuso, que muchas veces es continuada.
El papel del psicólogo respecto al Juzgado.
Independientemente de que el menor abusado sea nuestro paciente o que nos hayan requerido una valoración de la credibilidad del testimonio, en algún momento tendremos que hacer esta valoración, bien para nosotros mismos bien para el Juzgado correspondiente.
No existe una guía sobre la evaluación de la credibilidad, pero sí disponemos de una serie de pautas que, junto con las pruebas psicológicas utilizadas, las entrevistas al menor y a los miembros de su núcleo familiar y nuestra experiencia en otros procesos, nos sirven de ayuda para poder determinar el grado en que el testimonio es consistente y por tanto veraz.
Revelación del abuso: las víctimas reales suelen sentirse muy avergonzadas y no les gusta hablar de lo ocurrido. Es poco habitual que lo revelen de una forma espontánea, muchas veces están siendo amenazados para que mantengan el silencio, inculcándoles miedo sobre el daño a ellos mismos o a miembros de su familia. Un menor que muestre espontaneidad y gusto por los detalles de su relato podría indicarnos que no es veraz.
Temores: estos niños suelen tener mucho miedo a que les hagan daño a ellos o a sus familiares. Si los abusos han sido continuados es habitual que hayan sido objeto de amenazas constantes para que mantuvieran silencio. Los niños que no han sido objeto de abusos no presentan este miedo.
Culpa: las víctimas reales pueden presentar sentimientos de culpa por las consecuencias que su testimonio pueda suponer para el abusador. Este criterio debe darse al principio de las entrevistas, ya que si aparece más adelante podría ser inducido. Sentimientos de culpa por haber participado: este criterio no aparece en testimonios falsos. Los niños abusados se sienten culpables cuando describen cómo participaron en los hechos.
Detalles: los menores objeto de abusos pueden dar muchos detalles sobre los mismos, describen sensaciones, olores, imágenes... Por el contrario, el relato falso suele carecer de detalles y suelen ser escuetos a la hora de describirlo.
Coherencia: aunque el relato sea consistente y ofrezca muchos detalles es importante tener presente el tiempo transcurrido entre los abusos y la revelación de los hechos, ya que si ha transcurrido mucho tiempo o los niños son muy pequeños la coherencia puede ser menor sin que afecte a la veracidad.
Relato creíble: un menor abusado describirá los hechos y le añadirá cierto contenido emocional, puede aparecer odio hacia el agresor, pero a la vez miedo a que sufra consecuencias negativas por haberlo revelado, del mismo modo aporta ciertos detalles y recuerdos que dan credibilidad al testimonio, ya que los relatos inventados suelen centrarse en criticar al abusador y pocas cosas más.
Conducta sexualizada: no todos los menores abusados presentan conductas sexualizadas impropias de su edad, pero de presentarse es necesario investigar las posibles vías por las que el menor puede haber aprendido esos comportamientos y si no hay otra vía que lo pueda explicar más que el abuso podríamos utilizarlo como criterio de veracidad.
Lesiones en genitales: puede haber lesiones antiguas o los niños verbalizar que sienten dolor en los genitales. Un menor que ha sido abusado tendrá recuerdo del dolor o la sangre y lo podrá incorporar al relato, por el contrario un menor que no ha sido abusado no suele hacer alusiones de este tipo. Las pruebas de lesiones en genitales son una gran prueba de credibilidad.
Evolución en el relato: un menor abusado comenzará su relato con ansiedad, angustia, llanto... y a medida que va relatando los hechos va tranquilizándose, reduciendo la ansiedad ante la situación aversiva de revelación.
Alienación parental: si el menor se siente querido por sus padres, protegido y apoyado y se percibe una relación buena, se considerará positivo para la credibilidad.
Custodia: en procesos en que los padres no están luchando por la custodia de los hijos o no están separados, apoyará la credibilidad.
Vulnerabilidad: cuando el menor se encuentra en situación de vulnerabilidad es más probable que su relato sea cierto. Menores que han perdido a uno de los padres, que tienen un vínculo débil o de conflicto, que conviven con un padrastro, que tienen poco conocimiento sobre sexualidad, retraídos, tímidos, manejables, dependientes...
Sin beneficios: ¿a quién beneficia que se sepan los abusos? cuando no hay datos que apoyen la posibilidad de una venganza por hechos pasados, o que un adulto pueda estar induciendo el relato del menor para obtener un beneficio secundario, cuando está suponiendo un problema para el menor dar este paso, es más probable que el relato sea veraz.
Texto: Paula Moya. Psicóloga Clínica Especialista en Psicología Clínica. Colegiada M-13.579.