Respeto a la historia personal del menor en adopción internacional

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A la hora de valorar un proyecto adoptivo presentado por parte de una familia nos encontramos con que la Ley nos indica una serie de características que deberán cumplir los futuros padres para garantizar que la adopción pueda resultar exitosa. Uno de ellos es el Respeto a la historia personal del menor. Esta característica de protección de los derechos a los menores solo se da en el caso de los menores adoptados, aunque también podemos encontrarlo en los menores que van a ser protegidos en una familia de acogida; pero en el caso de la adopción es algo que algunos padres pueden intentar controlar, para evitar unas posibles consecuencias negativas sobre sus hijos, que en ningún caso son realistas.

Es por tanto la historia de los menores adoptados una parte inherente a sus vidas y que se va a dar en todos los casos de adopción internacional. Los menores que llegan a la adopción internacional antes han pasado por los diferentes estadios de protección de su país de origen, así nos encontramos que normalmente son puestos a disposición de la adopción internacional después de haber comprobado que no era posible seguir viviendo con sus propios padres, pero tampoco con la familia extensa, ni con conocidos del entorno familiar del menor, ni tampoco con ninguna otra familia de su propio país de origen. Esto hace que los menores susceptibles de ser adoptados internacionalmente presenten una edad y unas experiencias vitales que no se pueden obviar.

Llegados a este punto, y comprendiendo que estos niños van a tener más de tres años y muchos de ellos se encuentran en instituciones o casas cuna desde hace algún tiempo, será muy importante poder garantizar que el menor va a estar protegido y no le va a ser arrebatada su identidad, historia y origen tras la adopción.

A lo largo de los años y durante los procesos de valoración de la idoneidad para adoptar de las familias, los psicólogos y trabajadores sociales nos encontramos muchas veces con familias que comentan “su vida va a empezar a partir de nosotros”, “cuando esté en España olvidará todo lo malo que le ha pasado” “con amor todo se puede lograr” “nosotros estamos preparados para hacerle olvidar su pasado” “cuando vea que tiene todas sus necesidades cubiertas estará feliz de estar con nosotros”...

Es realmente sorprendente la creencia que tienen algunas familias sobre el poder de esa transición para borrarlo todo.

Respetar la historía del menor tiene que ver precisamente con esto, no debe ser un objetivo de la familia borrar todo rastro y huella del pasado del menor. Muchas familias hacen un ejercicio de empatía, pero lo hacen de modo parcial. Se imaginan a ellos mismos viviendo en un orfanato, se ven sucios y con hambre, se imaginan sintiendo miedo y soledad, se ven ignorados por los cuidadores, solos en su cuna llorando sin que nadie acaricie su frente. Pero, aunque estas imágenes en cierto modo puedan corresponderse con la realidad, falta una parte sustancial en la recreación de la historia de su futuro hijo ¿cómo llegó allí? ¿de dónde procede? ¿quiénes eran sus padres? ¿tiene hermanos? ¿fueron dados todos en adopción o algunos siguen viviendo con la familia? ¿porqué él fue dado en adopción y otros hijos no? ¿dónde vivía antes? ¿tiene abuelos, tíos, primos en su país? ¿ha vivido algún acontecimiento traumático antes de la adopción? ¿ha sufrido abusos o maltrato? ¿tiene amigos en la institución? ¿tiene algún lazo especial con algún cuidador?

Todas estas preguntas pueden resultar muy incómodas para la familia, muchas veces es más cómodo plantearse nada más “con nosotros va a estar mejor” sin comprender lo que entraña este cambio para el niño, o pensar “con nosotros empieza su verdadera historía” y tratar de borrar de un plumazo el pasado y la historial personal propiedad del menor.

Como ejemplo ilustrativo vamos a valorar un caso que recibí en mi consulta hace unos años. Fue una adopción internacional no tramitada por mi, y que seguramente hubiera requerido una valoración más exhaustiva por parte de los profesionales que realizaron el estudio de idoneidad.

Se trataba de una familia compuesta por un hombre y una mujer, no era una pareja joven. Ambos con estudios universitarios, una buena situación económico-social y que hasta la adopción habían residido varios años fuera de España. La pareja había presentado su proyecto de adopción unos años atrás en un país del Este adoptando un niño que cuando acudieron a mi tenía 7 años y en el momento de la adopción 4.

La pareja estaba en proceso de divorcio, hacia más de un año que se habían separado y solicitaban mis servicios para ayudarles a establecer un régimen de visitas que beneficiara al menor, ya que no llegaban a un acuerdo y consideraban que la intervención de un psicólogo infantil que marcara las pautas sería mucho mejor que el modelo estándar que aplicaría el juzgado. Ambos se comprometieron en las siguientes sesiones a aceptar los criterios que les indicara, pensando siempre en el interés superior del menor.

Más allá del desarrollo del régimen de visitas, vamos a valorar en qué aspectos se pudo ver que no  se respetaba la historia del menor:

  • Cambio de nombre: cuando el niño fue adoptado tenía ya 4 años y conocía perfectamente su nombre, todo el personal del centro en el que estuvo hasta su adopción se dirigía a él por su nombre y los demás niños lo llamaban por su nombre también. El nombre del niño fue sustituido por uno doble español. El nombre original del niño era realmente bonito, y explicaban que debían tener cuidado al nombrar un ingrediente de cocina pues su sonido era similar a la pronunciación del nombre de origen y el niño reaccionaba cuando lo escuchaba. La mayoría de padres que se dirigen a la adopción comprende que respetar el nombre de origen de su hijo es algo positivo, muchos mantienen su nombre original, sobre todo si presenta cierta edad, otros añaden un nombre español en primer lugar o segundo para dotarle también de pertenencia a España. En este caso se le arrebató su nombre, su identidad.

  • Fotos del orfanato: habían roto todas las fotografías del menor, tanto las que habían realizado ellos en el orfanato al conocerle, como las de los primeros días tras la adopción. También habían destruido la fotografía que les enviaron cuando tuvo lugar la asignación. Este hecho me resultó especialmente duro descubrirlo, ya que habían borrado todo rastro de su pasado. eran fotos donde se veía a sus cuidadores, otras en las que aparecía con otros niños y otras en las que salía en brazos y jugando con los que luego serían sus padres, todas ellas tomadas en el orfanato del menor. Se explicó con naturalidad que en esas fotografías el menor no aparecía favorecido, que posteriormente creció y ganó peso y que en aquellas imágenes aparecía demacrado, con ojeras y muy delgado. La madre indicó que ella tenía la costumbre de romper todas las fotos en las que no se veía favorecida y que estaba convencida de que a su hijo esta decisión le parecería bien, pues “a nadie nos gusta vernos feos en las fotos”

  • Ropa: también habían tirado a la basura la ropa y algunas cosas que trajo su hijo del orfanato, pues les parecían cosas sucias, de baja calidad y andrajosas. Su hijo ahora podía vestir ropa de buenas marcas y ya no necesitaba aquellas cosas para nada.

  • Comunicación condición de adoptado: la familia no hablaba nunca con el niño sobre sus orígenes, no se mencionaba la adopción ni se hacía ninguna referencia a su condición de adoptado. El niño no preguntaba y ellos sostenían que mientras no hiciera preguntas no consideraban necesario remover nada, si no preguntaba es que todo estaba correcto.

 

Este ejemplo ilustra bien lo que significa el RESPETO A LA HISTORIA PERSONAL, podemos ver cómo los adultos pueden tomar el control exclusivo de algo que pertenece al menor y que si es su deseo pueden hacer desaparecer, generando un daño irreparable y agravando los problemas futuros en su hijo.

Las personas que no van a respetar la historia del menor es habitual que presenten niveles bajos de empatía, los vínculos afectivos que crean no suelen ser seguros, tienen baja tolerancia a la frustración y les suele costar elaborar los duelos.

Respetar la historia del hijo es una condición indispensable para poder adoptar, debe ser garantizado al menor que los padres le aceptarán y valorarán tal cual es, aceptando igualmente todos los acontecimientos de su pasado. Los futuros padres deben aceptar que no solo adoptan al hijo, sino a toda su historia previa, incluyendo la historia de su familia, la del abandono y cualquier otra circunstancia traumática que haya podido darse. Es un derecho del menor tener acceso a todo ello si lo desea y los futuros padres no pueden tomar la decisión de ocultar o hacer desaparecer lo que pertenece al hijo.

 

Texto: Paula Moya. Psicóloga Clínica Especialista en Psicología Clínica. Colegiada M-13.579.